Salud mental (el problema de las ciencias)
Cuando el grupo de Psiquiatras en Formación me invitó a dar este ciclo
de cinco charlas, lo primero que se disparó en mi cabeza fue qué noción de
cientificidad manejarån los psiquiatras en su práctica cotidiana. Que se
entienda: no me preguntó por los fundamentos científicos de una disciplina de
efectos tan delicados y riesgosos como la psiquiatría, sino por algo más
básico: qué idea de la ciencia manejan los médicos psiquiatras (y más
ampliamente, todos los profesionales que intervienen en el dispositivo de Salud
Mental) y hasta qué punto creen que su praxis está respaldada por un saber
fundamentado. Qué fundamento será suficiente para ellos, al moverse
cotidianamente frente a personas en situaciones de crisis sanitaria. Mi
pregunta no es simplemente especulativa: si digo que la psiquiatría tiene
efectos delicados y riesgosos es porque el poder del estado y la misma demanda
social la habilita a tomar decisiones sobre la vida de las personas que acuden
a hospitales, clínicas y consultorios por voluntad propia, forzados por sus
familias e incluso por decisiones judiciales. El poder que la sociedad le
confiere se basa en la suposición de que estos profesionales disponen de un
saber. En qué piensan los profesionales de salud mental que consiste este
saber, de dónde suponen que surge, qué procedimientos creen que ese presunto
saber ha traspasado hasta ser legitimado y puesto en sus manos. Por todo ello,
se me ocurrió que en esta iniciación a la Epistemología yo no puedo acaparar la
palabra, sino que tengo bastante que preguntarles.
La epistemología inicial nació con un sello cientificista y fisicista.
Los primeros autodenominados epistemólogos de fines del siglo 19 y comienzos
del 20 estaban imbuidos en una confianza en la ciencia y más precisamente en el
modelo de ciencia que conquistó la física en la modernidad, a partir del
triunfo de la mecánica newtoniana. Este triunfo -producto ante todo de una
batalla cultural en un contexto socio-económico dado, el de la expansión de la
burguesía- ayudó a naturalizar una noción de ciencia, imponible a todos los
sectores del saber. Naturalmente la dinámica misma de la discusión filosófica
no tardó en cuestionar los supuestos de esta epistemología inicial: por qué la
física tenía que constituirse en modelo para todo saber científico; y qué tiene
la física misma de ciencia: ¿es objetiva, universal, crítica, precisa,
matematizable, aplicable a la transformación y dominio de la naturaleza? Para
cada uno de estos interrogantes hay más de una respuesta y para cada respuesta
hay más preguntas. Si pensamos en el ámbito de la llamada salud mental, urge
preguntarse cómo la física podría ser un modelo de conocimiento aplicable en
este campo de problemas.
Inmediatamente se me ocurrió que una iniciación a la epistemología lo
primero que tiene que cuestionar es la univocidad misma de la palabra
"ciencia". ¿Qué tienen en común las prácticas de los matemáticos, los
astrofísicos, los biólogos, los psiquiatras, los historiadores o los economistas
para que a todos ellos se les pueda adjudicar el mote de científicos? En
principio no tienen en común nada. De lo que se desprende que
"ciencia" se dice de muchas maneras. Una iniciación a la
epistemología no puede empezar sino por advertir está equivocidad.
Y qué decir del objeto, del preciado objeto de los desvelos, la salud
mental. Ante todo, que no se trata de un estado natural del ser humano, en
primer lugar porque el ser humano no vive en estado de naturaleza. La salud
mental es una tarea trabajosa que tejemos cotidianamente para no caernos en
algún abismo solitario (para eso ya vendrá la muerte y tendrá su tiempo). El
frágil tejido de la intersubjetividad, siempre a punto de romperse, necesita
ser apuntalado acá y allá, de eso se encargan nuestros seres queridos, la
televisión, la escuela, las universidades y asociaciones, las redes sociales
que hoy por fin lograron materializarse en los dispositivos tecnológicos que
nos cercan. Y, por supuesto, el aparato sanitario, la industria farmacéutica,
los médicos. La salud mental es el resultado laborioso y en parte fallido de
todas esas fuerzas solidarias.
Una epistemología que merezca llamarse así tiene que retroceder al menos
un paso, quizás dos, para mirar esa trama con cierta extrañada distancia.
Para asistir a este taller no es obligatorio ser un psiquiatra en
formación ni uno ya formado. Ni siquiera es imprescindible estar ligado de
algún modo al ámbito psi. Basta con tener ganas de hacerse estas preguntas.
Oscar Cuervo
Salud mental (el problema de las ciencias) por Prof Oscar Cuervo
Reviewed by Max Cesoni
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